Visitante Número:

viernes, 2 de mayo de 2014

Maldiciendo los abriles.

Empezó con una mirada, sonrisas de desconocidos intentando conocerse, tu mano acercándome a la cama. Nuestros cuerpos colisionando, sosteniéndonos la mirada. Inventando un nuevo lenguaje para el que no se necesitaban las palabras, memorizando tus caderas en movimiento, derrapando por tus curvas, contando el cielo en tu espalda, invirtiendo en caricias sin escatimar.  El cigarro en tus labios mientras tumbados en el tejado imaginábamos quién podría alcanzarnos en nuestros viajes a la luna, el éxtasis más ansiado, embriagados por el fresco sabor del mediterráneo. Sin embargo queríamos más, despacio pero con prisa nos quitábamos la ropa al anochecer y nos vestíamos al amanecer, rompiendo con las costumbres, mientras tus brazos resbalaban por mi cintura, tus labios pedían que aquello fuera eterno despertando nuestros más oscuros instintos primitivos. Como dos animales, como dos estrellas fugaces efímeras hundiéndose en el mismo cuerpo.  Éramos la envidia de la luna que se sentía cada vez más sola al observarnos tan enamorados pidiendo más, enloqueciendo con el sonido de tu risa.

 Y el tiempo se apoderó de nosotros, las prisas nos atraparon, el vuelo cada vez más traicionero hasta estrellarnos contra el suelo. Y aquí me tienes, pausando momentos, hurgando en la herida, maldiciendo los abriles.

(Amalia)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario